Las tradicionales fiestas y el comercio

Tercera parte de La publicidad en Mérida 1900. En el Mérida de nuestros abuelos, el alborozo era inusitado en la víspera de la Natividad o Navidad, conmemoración de los finados, la Semana Mayor, los inolvidables y regios Carnavales, la verbena de Santiago y las fiestas de octubre que los gremios dedicaban anualmente al Cristo de las Ampollas. Las tradicionales fiestas y el comercio. En estas tres últimas, la muy noble y leal ciudad, se ataviaba con traje de prodigalidad y ostentaban sus gentes el lujoso derroche que las hicieran famosas. Todo motivó alegría ostentación y competencia: bailes, mascaradas, estudiantinas, ambigús, champán y contertulias. Luces de bengala, gremios, triquitraques y girándulas.

   

«Quemazones» y remates

El comercio no era indiferente a ese entusiasmo. Vaciaba sus alforjas en la demanda oportuna y en la primera página de los diarios. Anunciaba «quemazones» o remates de artículos usuales.

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No faltaba el anuncio económico, zahiriente, chistoso o simplificado: «Para el nacimiento del Niño Dios, los reyes traerán panuchos y chocolate de Agustín Pasos. Plaza Mayor». «Hasta medio brazo y brazo entero. Guantes de aguante. Pedro Cerro Calle de los Novelo (calle 64)». «La panadería DALE VUELTA, de la plaza de Santiago, abrirá hoy, durante la batalla».

En la fiesta de Ampollas:
«Si quieres de rechupete
pasar horas sin porfías
empújate un buen sorbete
en la esquina del Blas Díaz«.

   

A través de la competencia y de las adversidades económicas, a pesar de las triquiñuelas monetarias, tranquila y serena se encuentra «LA MAR«. Don Francisco Álvarez supo que el arribismo en el negocio de mantas, se alcanzaría a base de publicidad. Por aquel tiempo tenía su asiento en los bajos de la casa de D. Ramón Aznar (calle 65 entre 58 y 56), frente a la antigua «LIBRERÍA DE ESPINOSA«, y hacía ventajosa competencia a las tiendas de lienzo. «Vendemos mucho para ganar poco», fue lema escogido que imperante y airoso, llegó hasta los más humildes hogares.

Anuncios de «El Moro Muza» de 1884, La Revista de Mérida.

La propaganda llegó hasta el campo de la moral: «Esta casa se permite aconsejar a las personas que se dedican al negocio de recibir alhajas y objetos de empeño, se inclinen al honroso comercio de mantas por lo que les ofrecemos nuestro sistema de precios fijos».

   

Tienda La Mar

Un día de esos años, «LA MAR» anunció en toda una página periodística que concurría a las tradicionales fiestas de Izamal y Halachó. Las casas competidoras se alarmaron y respondieron al reto con un aviso que hace historia: «El comercio de esta capital no concurrirá a las ferias de Halachó e Izamal… ha resuelto en cambio, hacer una baja de un 12, 25 y 50 por ciento de sus numerosos artículos en los días del 20 de noviembre al 12 de diciembre próximo, es decir, que se celebrarán en Mérida, las ferias ya referidas, todo esto para la mayor comodidad de los marchantes del Interior del Estado. Firmas: Nazario Herrera, Ponce y Bolio, Loza, Ríos y Comp., La Tienda H.A. Cantón Frexas, La Ciudad de Londres, A.A. Toledo, S. Heredia y Comp., Manuel Troytino, Nemesio Herrera, José María Ponce, J. Cantón Frexas y Vales y Compañía.

La idea de una Feria General comenzaba a germinar desde entonces en los negociantes de ese tiempo y se plasmaba en una nueva economía para el desenvolvimiento de la Industria y el Comercio. Las tradicionales fiestas y el comercio. Pero ¡vano intento!. Tizimín, Izamal y Halachó condensaban su fuerza en el milagro del culto y las «promesas» de los creyentes. Allí iban en peregrinación, católicos, fulleros, murguistas, ambulantes culinarios y toda una legión de personas acomodadas.

   

El comercio hacía actos de presencia en improvisadas «Tamazucas» atendidas por dependientes expertos de las casas concurrentes.

Las empresas ferroviarias (aún no unidas), sostuvieron el interés de estas ferias con descuentos favorables a los viajeros y fomentaron en el trayecto de sus líneas muchas atracciones.

   

Gratísimos recuerdos de esas fiestas asaltarán la imaginación de los viejos, mas casi todas, o quizá todas, seguían un mismo orden de desarrollo como se verá en los programas siguientes:

Hacia diferentes poblaciones

«A Cansahcab. A Cansahcab. El día 2 de septiembre dará principio la fiesta con la tradicional vaquería. Bailes. Corridas. Juegos. Ya llegó el «Circo Ulacio» y la «ramagacha» Escamilla. El último día habrá carreras de gentes con apuestas. La principal carrera va a ser la que emprendan los señores Juan Espadas, de este pueblo (Cansahcab) y Marcial Pérez, de Motul. Se invita al público y al comercio, seguros que serán bien atendidos por el amigo Churubusco. (Preventivo del año de 1892).

   

«A Ticul. A Ticul. Con el sol del 24 dará principio la fiesta y empezarán las funciones religiosas de la iglesia. Las tradicionales fiestas y el comercio. El 28 será el gran baile de vaquera y luego vendrá la lidia de más de 300 fieras. ¡Qué toros, Jesús del Monte! ¡Qué toreros, Santa Tecla! (Cop. del programa del propio año).

De: Transcripción de la nota «El anuncio y el comercio de Mérida en los principios del Siglo» XX, Prof. Víctor M. Martínez, Diario del Sureste 1937

MÉRIDA PLAZA GRANDE 2020:

Evolución de la Plaza Grande Mérida