La coquetería en la feria

Cuarta y última parte. Sus observaciones eran graciosas, picantes y muy oportunas: me hacía frecuentemente pinturas tan vivas que me proporcionaban felices momentos de distracción. La coquetería en la feria de Izamal 1841. Un viaje en diligencia.

Hablando de las niñas coquetas me decía “El manejo de la coquetería exige un discernimiento más delicado, que el de la urbanidad; porque con tal que una mujer cortés, lo sea con todos. Siempre obra bien. Pero la coqueta perdería muy pronto su imperio, si se sometiese a esta poca diestra uniformidad. A fuerza de querer obligar a todos sus amantes. los disgustaría y ahuyentaría a todos.

La coquetería en la feria de Izamal 1841. Un viaje en diligencia.

El modo de tratar a los hombres, que una señorita tiene en sociedad, no deja de agradar a cada uno de ellos. Con tal que sea bien tratado, no hace mucho caso de las preferencias; pero en amor, un favor que no es exclusivo, es una injuria.

   

Mujer con muchos amantes

Un hombre sensible quería cien veces mejor ser maltratado solo, que acariciado con todos los otros, y lo que aún puede ser peor, no ser distinguido. La coquetería en la feria de Izamal 1841. Un viaje en diligencia. Por lo mismo una mujer que quiera conservar muchos amantes, debe persuadir a cada uno que lo prefiere; y que lo persuade a la vista de los otros con quienes hará lo mismo respecto del primero.

La coquetería en la feria

Aquí tiene usted enfrente. (me decía señalándome a un joven farolón de levita gris que tenía trazas de petulante) a un hombre confuso cortado y desgraciado.
Observe usted qué figura tan necia hace en medio de esos dos jóvenes con cada una de las cuales conserva inteligencias secretas, esto es, hace creer que las ama. ¿no es verdad que está haciendo un papel harto ridículo? es que regularmente los hombres tienen poca habilidad para manejar esta clase de asuntos: el mentecato cree, sin embargo, que desempeña a las mil maravillas; y no ve que la joven de los ojos negros y boca pequeña que tiene a su izquierda, se ríe de él en sus narices.

   

Jóvenes de peinados estrafalarios

«Por el contrario (añadía), ponga usted la vista sobre esa niña del túnico azul y pañoleta de bobiné, y que está sentada en medio de esos dos jóvenes estrafalarios peinados y aliñados, no ya a la romántica, sino a la furiosa como decía aquella otra niña traviesa de que se habla en un artículo del Museo. La coquetería en la feria de Izamal 1841. Un viaje en diligencia.

Izamal. Al fondo, la pirámide Kinich Kakmó


¡Qué cosa tan graciosa! ¡no se admira usted de la habilidad con que engaña a ambos, y hace que cada uno se ría del otro?

Pero si esta mujer les dispensase la misma confianza, y tuviese con ellos la misma familiaridad ¿Cómo sería posible que por un solo instante fuesen su juguete? Tratándolos igualmente ¿no demostraría que ambos tenían igual derecho sobre ella? ¡Oh! que diferentemente procede!

   

Lejos de tratarlos del mismo modo, afecta poner entre ellos cierta desigualdad: lo finge tan bien que aquel a quien lisonjea, cree que lo hace por ternura, y aquel a quien maltrata, cree que es por despecho. La coquetería en la feria de Izamal 1841. Un viaje en diligencia.

Así cada uno, contento con su parte, siempre la ve ocuparse de él al paso que ella no se ocupa sino de sí misma. He allí las mujeres. Cierta coquetería burlona y maligna alucina más a los adoradores, que el silencio y el desprecio.

Izamal
Izamal

Un joven mechudo

¡Y qué placer no es ver a un pisaverde, a un mechudo romántico con su cara de corchete, todo desconcertado, confundirse, turbarse y perderse a cada respuesta y lanzar contra sí unos tiros menos ardientes, más agudos que las del amor!

Así discurría mi buena amiga, y te confieso que me encantaba su modo de explicarse, su crítica tan fina y graciosa. Ello es que, de cada una, me hablaba con tal maestría, que muchas veces, durante el baile, no observaba sino lo que ella me hacía notar. De todas las jóvenes y de todos los hombres dijo alguna cosa: tal vez hablaba con mordacidad y acrimonia. Pero ¿qué quieres?… ¡era mujer!

   

El último día de la fiesta había en el atrio plaza y avenidas de la iglesia una reunión de más de cincuenta mil personas, tal vez. Al siguiente volví a la capital, en que hemos comenzado de nuevo a oír hablar de chismes y cuentos políticos. En Izamal no había nada de esto.

Vea también: Izamal en 1892

En fin, querido amigo, saluda a las lindas y siempre interesantes campechanitas, principalmente a aquella graciosa, viva y exaltada morenita, que no ha amado aun, porque no hay un hombre que sepa penetrarse de lo que vale su alma de fuego, y manda a tu amigo,

Q. T. M. B.
José Turrisa.

Fin

Nota de Yucatán Ancestral 2022: «José Turrisa» era el seudónimo usado por el escritor, novelista, historiador y jurisconsulto mexicano, Justo Sierra O’Reilly (1814-1861). De: El Museo Yucateco.

Transcripción efectuada por Humberto Sánchez Baquedano.

Caminata Colonia Miguel Alemán Mérida Yucatán parte 1: