Noche de feria Izamal 1841

Tercera parte. Por allí suben generalmente los romeros y devotos, que van a visitar el templo y suntuoso camarín de la Virgen: los que van a emplear en siete, colchas, servilletas, ceñidores y mantas del país: los que negocian en cera, en prendería y en diversas obras de alfarería, como pitos. jarros, cajetes y demás. Noche de feria Izamal 1841. Un viaje en diligencia. Autor: «José Turrisa».

Noche de feria Izamal 1841

Luego bajaban todos los espectadores, que son los más y de cuyo número era yo, a la plaza chica en que se hace la feria de los caballos, mulas, acémilas y demás piezas de carga: en seguida recorríamos todos los almacenes de ropa, quincallería y abarrotes: después las vinaterías; concluyendo el paseo por entre la plaza grande, viendo las buherías, piedras de moler, bateas toyas, tinas, tosas, bigas, rollizos, almidón, cebo. algodón y todo cuanto comprendía el mercado, en aquellas primeras horas, que no desperdiciaban las señoritas, a quienes encontrábamos o acompañábamos a menudo.

   

Después del abundante y rico almuerzo, concurríamos a las bien servidas sociedades, unos a descamisarse horriblemente en el juego, y otros a pasar el rato, como yo, en el tresillo, vacuna o ecarté, tomando deliciosos helados sorbetes y otros refrescos.

El baile

De la una a las tres de la tarde, había un baile: el resto de ella, se concluía en la mesa y en los paseos sobre los cerros, obras atrevidas. Noche de feria Izamal 1841. Un viaje en diligencia. Acabadas y robustas de los antiguos indios que tuvieron un santuario célebre en el mismo sitio en que hoy está la ciudad de Izamal.

   

La noche ofrecía mil espectáculos diversos, que es difícil enumerar. Te hablaré del que yo prefería, que era el baile. Poco después de las oraciones se reunía un brillante cuadro de jóvenes de ambos sexos, en los portales de una de las casas que servían de sociedad.

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Allí la diversidad de los trajes; la elegancia de los adornos; la belleza angelical de las jóvenes, entre las cuales había tres lindas campechanas; todo, todo llamaba muy particularmente la atención de los concurrentes.

En esos bailes inocentes desaparecía la rígida etiqueta, y tampoco se veían ciertos rasgos extravagantes y hasta cierto punto ridículos, que se estilan en los bailes de la capital y Campeche.

   

Los tímidos jóvenes de la época

¿No has visto en efecto, ese aislamiento en que nuestro sexo deja al otro en una reunión de esta clase? ¿y no has notado la poca comunicación que hay entre los jóvenes y las señoritas? ¿no has observado repetidas veces que una niña no se levanta de su duro y martirizante asiento, sino dando la mano a otra, como temerosa o avergonzada de que se la vea sola o en unión de un caballero, atravesar la sala de baile?

Noche de feria Izamal 1841

¿Y no has visto, en fin, que los hombres se están solos en los corredores o balcones y cuando tienen que presentarse en el estrado, lo hacen con timidez cortados y pisando pochote, como suele decirse? Pues nada de esto había en Izamal.

Todo era franqueza, jovialidad y alegría noble; no aquella indecente familiaridad con que tratan algunos ignorantes de las buenas maneras sociales a las señoritas que tienen la desgracia de encontrarse con un hombro tonto o malcriado, en cuyo caso las amables criaturas sufren un mal rato, o a lo sumo emplean sus tijeritas en justo desahogo de algunas groserías.

   

En uno de estos bailes tuve ocasión, para mi muy grata, de renovar mi amistad antigua con una respetable señora que vive hace mucho tiempo por los pueblos del interior; pero que es gran conocedora de los usos, costumbres y maneras de la sociedad meridana, a la cual perteneció muchos años. Señora preciosa, de buen gusto y de tacto muy fino, reunía un buen caudal de ideas y talento poco común.

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Nota de Yucatán Ancestral 2022: «José Turrisa» era el seudónimo usado por el escritor, novelista, historiador y jurisconsulto mexicano, Justo Sierra O’Reilly (1814-1861).

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