La feria de Izamal 1841

Segunda parte. Ya verás que de esto no se tienen la culpa, ni los empresarios, ni los cocheros, ni los viajeros, es única y exclusiva del camino, que puede ser tan persona como el que más. De resto las molestias que ofrece el viaje en nuestras diligencias, son muy llevaderas y soportables, y si se viaja con personas de buen humor, te protesto que el camino se hace insensible. La feria de Izamal 1841. Un viaje en diligencia. Autor: «José Turrisa»

Izamal, a fines del Siglo XIX

Si viajas en diligencia con gente pesada

Ahora, si te encuentras con gentes pesadas, groseras y egoístas, pardiez que se entregaría cualquiera a la desesperación, como me sucedió en un viaje de Méjico a Toluca, en que tuve la desgracia de llevar por únicos compañeros a un maldito ingles muy retobado, y a un gallego que solo hablaba blasfemias y sodomías por aquella boca de infierno.

   

Por lo mismo, yo no vacilo en aconsejarte que te resuelvas a venir en diligencia, si es que piensas dar un paseo por acá, como me indicas.

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La mejor feria de los últimos años

También quieres saber con empeño, si me gustó la feria de Izamal. Te diré en contestación, que, aunque hace algunos años que conozco esta feria, y que en ella me he divertido y gozado mucho y a toda mi satisfacción, en esta última, sin embargo, me ha cabido tanta y tan plena que no tengo inconveniente en asegurarte, que he pasado estos pocos días como los más felices y contentos de mi vida.

Es preciso convenir que en muy raros años se presenta una concurrencia tan numerosa y escogida como en este de 1841. En efecto: llegué a esta ciudad, sin acordarme siquiera que estábamos tan próximos a la feria, pues que los asuntos que traje, se parecen tanto a ella, como un huevo a una castaña.

   

Pero al observar un movimiento tan activo, y notando que la sociedad meridana se me escapaba por decirlo así con tal velocidad que se me desaparecían todos mis amigos y conocidos, todas mis antiguas y amables paisanas, me fue preciso ir a buscarlos en su reunión.

Como arrastrado por un torrente, tomé un asiento en la diligencia y en poco más de seis horas, ya estaba en medio de aquella bulliciosa y animada concurrencia.

Allí paseos, bailes, comilonas, juegos compras y ventas etc. etc. etc.

Mi ocupación en esos días de holgura y regocijo, era idéntica a la de todos los demás, que no habían ido a negocios mercantiles, pues que la de estos era harto seria y grave para distraerse con asuntos que no les importaba un bledo.

   

Allí tuve el gusto de renovar antiguas é interrumpidas relaciones. abrazar a varios compañeros de colegio, estrechar más los vínculos de amistad que me unían a muchos amigos de quienes me había alejado, saludar a mis conocidos. La feria de Izamal 1841. Un viaje en diligencia. Allí en fin hallé cuanto deseaba; pues de todas partes y por todas direcciones se reúnen en Izamal las gentes, los frutos, los productos y artefactos de los distintos pueblos del Estado. Es, en suma, el “rendez-vous” general de todos los yucatecos, entre los cuales no falta entonces una multitud de extranjeros, atraídos por natural curiosidad.

Un viaje en diligencia 1841. La feria de Izamal.

¡Días de placer inocente, de amor, de amistad y de recuerdo! ¡días que cuando han pasado, dejan un vestigio profundo en corazón de un hombre sensible! La distribución del día, era para mí la historia de un goce, de un placer puro.

A las seis de la mañana, ya estaba en la soberbia confluencia de las dos ranflas que dan subida al magnífico y suntuoso atrio de la iglesia parroquial, por el lado del norte.

Continúa aquí: Noche de Feria Izamal 1841

Nota de Yucatán Ancestral 2022: «José Turrisa» era el seudónimo usado por el escritor, novelista, historiador y jurisconsulto mexicano, Justo Sierra O’Reilly (1814-1861).

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