Biblioteca Canónigo Miguel del Castillo

A continuación le presento un escrito de D. Miguel Civeira Taboada de 1981 publicado en el D.Y. titulado: «El Santo Oficio en YucatánBiblioteca del Canónigo don Miguel del Castillo«. El texto original:

Biblioteca del Canónigo don Miguel del Castillo

El Tribunal de la Inquisición fue establecido en Yucatán por real cédula leída en la ciudad de Mérida el 29 de diciembre de 1571. En ella se ordena que a todos los que se aparten de la fe católica, se les apliquen castigos con todo rigor con la anuencia del Tribunal que reside en la ciudad de México.

Inquisición. Imagen de referencia.
   

Su organización en la Capitanía tuvo el nombramiento de un comisario para cada una de las cuatro principales poblaciones: Mérida, Campeche, Valladolid y Salamanca, el cual, si ameritaba por su gravedad un juicio especial, debía hacer la sumaria y con ella enviar al reo a México donde el Santo Oficio, visto el caso y sus agravantes, tenía la obligación de entregarlo al fuero común para que cumpliera la sentencia impuesta.

Esquinas de Mérida: La Perdiz

Miguel del Castillo, comisario del Tribunal del Santo Oficio

En Yucatán, del año de 1571 al de 1820, abolición del Santo Oficio, se juzgaron infinidad de causas por el Tribunal, la mayor parte relativas a supersticiones, hechicerías, blasfemias y moralización de clérigos y frailes. Estos juicios se encuentran en el Ramo de Inquisición que guarda el Archivo General de la Nación. Allí figuran nombres de comisarios, notarios, alguaciles y otras autoridades nombradas como familiares del Santo Oficio durante el tiempo que estuvo establecido, y al cual perteneció el canónigo don Miguel del Castillo, comisario del Tribunal que logró reunir una notable biblioteca.

   

Si en forma sistemática se sigue una investigación de la lectura en Yucatán durante la época colonial, se llega a la conclusión de que hubo una fuerte inquietud al respecto. No obstante las prohibiciones que dictó el Santo Oficio y de la incomunicación que tuvo la Capitanía, con el resto de Nueva España. El puerto de Campeche, al venir el descenso comercial que sufrió por sus importaciones del palo de tinte, muy poco tráfico mercante tuvo.

Inquisición. Imagen de referencia.

Designado comisario en 1780

El sacerdote Miguel del Castillo nació en Sevilla, sus padres fueron don Pedro del Castillo y doña Rosalía de Sosa. Pasó a la Capitanía General de Yucatán con permiso del Rey al servicio de la Santa Iglesia Catedral. Desempeñó varios cargos, siendo el último el de racionero. Fue designado por el Tribunal del Santo Oficio su comisario en Yucatán el 16 de abril de 1780. Tomó posesión de su cargo el 15 de septiembre del mismo año ante la presencia del doctor don Pedro Faustino Brunet. Redactó el acta el bachiller don Julián Antonio Velázquez, notario del Santo Oficio.

Calles de Mérida: Calle de Dragones. Tienda La Vieja.
   

Es nombrado canónigo para la Catedral de la ciudad de Antequera del Valle de Oaxaca a mediados del año de 1791. Sus pertenencias, entre las cuales se encuentra su valiosa biblioteca, las llevó a su nueva residencia.

Biblioteca Canónigo Miguel del Castillo
La Inquisición, como tribunal eclesiástico, sólo tenía competencia sobre cristianos bautizados. Imagen de referencia.
   

Fallecimiento y testamento

El primero de julio de 1792 encontrándose gravemente enfermo hace testamento. Días después fallece, y el 14 de julio se comienzan las tramitaciones según sus últimas disposiciones entre las cuales ordenaba se vendieran sus muebles, ornamentos, objetos de plata, libros «para que de ello se satisfagan, primeramente, a la Santa Inquisición de México, el año de Canonjía Supresa que administré como Comisario, cuyas cuentas constan en un librito de torro colorado que se encuentra entre mis papeles…» Cita a continuación una lista de personas a quienes les debe de pagar o de lo contrario devolver muebles y prendas que le dieron.

Viajes en goleta entre Sisal y Nueva Orleans en 1841.

Dispuso que a su apoderado en Madrid, España, don Manuel Ancher, si quedaba algún dinero, se le entregaran doscientos pesos. Y que si la quisiera admitir, se le entregara a don José Bobes una casa «que tengo en el centro de la ciudad de Mérida de Yucatán, cuyos títulos de propiedad los tiene el señor Magistral de aquella Santa Iglesia Catedral«

   

Cartas con valor histórico

Respecto a esta propiedad, figuran dos cartas importantes por el valor histórico de sus firmantes que sirven para hacer saber cómo estaba integrado el V. Cabildo de la Catedral en aquella época. La primera está signada en la ciudad de México por don Juan de Mier y Villar el 25 de febrero en la que informa, que el Comisario del Santo Oficio de Mérida el chantre doctor don Pedro Faustino Brunet dice, que la casa propiedad de don Miguel del Castillo se proceda a su venta para que ese tribunal pueda pagar la Canonjía del difunto.

La segunda carta está fechada en la Sala Capitular de Mérida el 22 de febrero de 1794, firmada por los doctores don Agustín Zarrilo Pimentel, don José Joaquín Chacón, don Santiago Martínez de Peralta, y el bachiller don Lorenzo de Mendieta, y dice «que todo lo que va callendo (sic.) perteneciente al difunto licenciado se va poniendo en el arca, esperándose la resulta de un artículo promovido de un rematador de diezmos de la Provincia de Tabasco…».

   

Cuando se puso en remate la casa-habitación la compró en la cantidad de dos mil quinientos pesos el señor don Pedro de Guzmán, Factor Administrador General de la Real Renta del Tabaco en Yucatán.

Poseía impresionante biblioteca

De los tres albaceas señalados sólo se hizo cargo del juicio el señor José Bobes admitiendo para tasar e inventariar al patrón de platería Pablo Amesta; escultor Lázaro Canseco; sastre Juan J. Barranco; corredor de bienes Mariano Saucedo; hojalatero Joaquín Prieto, y al perito en libros, don Juan Fuero. Cada uno, ante el escribano comisionado, inventarió cada objeto. Al ser puesta en subasta la biblioteca, la relación que se es impresionante para aquella época y por la calidad de libros la relación que se da es impresionante para aquella época y por la calidad de libros -muchos de ellos prohibidos por la Inquisición— vendidos al mejor postor.

   

El total de libros inventariados es de setecientos setenta y seis. En uno de los documentos se lee que después de haber sido censados quedaron sin ser tomados en cuenta por encontrarse en pésimo estado varios cientos. El número es considerable para aquellos años en los cuales muy pocas personas —para no tener problemas con el Santo Oficio— se atrevían a poseer bibliotecas particulares.

Se podrá alegar que el Canónigo Castillo fue integrante del Tribunal, pero hasta esto era peligroso, cuando por una denuncia, no se respetaban ni parentescos, ni posiciones oficiales o sociales, ni títulos. La Inquisición era una maquinaria temible hasta para sus principales integrantes.

Para ampliar los estudios de este tema, se puede consultar en el Archivo General de la Nación, el ramo de Tierras, el volumen 1239, y el tomo V de Inquisición.

México, abril de 1981.
Miguel Civeira Taboada.

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