Entre la clase indígena de nuestro Estado, hay, entre otras prácticas y costumbres que deberían ser relegadas al pasado y selladas con la civilización y el progreso, una de que vamos a ocuparnos hoy, algún tanto tradicional, porque dirigiendo una mirada retrospectiva, no hemos encontrado su verdadero origen. Es el llamado HOCHILIB que tiene lugar el último día de cada una de las fiestas que dedican a sus santos patrones. La costumbre o práctica del Hochilib. De: Revista La Infancia, Izamal, Agosto 1879.
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Y que si desde tiempo inmemorial fue establecido por éstos más bien por via de recreo, que por especulación, a juzgar por el modo con que lo hemos visto celebrar entre los indios; hoy venimos notando horrible y escandalosamente, los grandes abusos que en él se comente, ya no por los de aquella raza, sino por los descencientes de los conquistadores; por haberlo vuelto una verdadera especulación o usura por mayor.
No ignoramos que muchos de nuestros lectores la conocerán; sin embargo hacemos una pequeña reseña de la manera, como se observa entre la clase indígena.
Pero, ¿Qué es el hochilib?
El hochilib es un objeto cuyo esqueleto está formado de pequeñas varitas de madera, fijo en una base y compuesta de grandes panes, cigarros y muñecos de trapo, en cuyas manos penden unas monedas de plata, todo adornado de papel de colores, formado a su gusto y fantasía.
Llegado el último día de la fiesta, los que hiciéronse cargo del hochilib como depositarios, en el año anterior, viene n trayéndole en suntuosa procesión, cargados de vasijas conteniendo un líquido llamado balché o pitarrilla y grandes depósitos de diferentes viandas, hechas a su estilo, encabezados por el que hace de hermano mayor, quien tiene asido con bastante cuidado aquel objeto, y seguido de un numeroso concurso y de su orquesta especial compuesta de tunkules y zacatanes y llegan lugar de la fiesta, en donde el patrón los recibe con mil placeres.
En seguida colocan el hochilib sobre una mesa preparada para el efecto, frente al altar del santo, y alrededor las vasijas llenas de balché y las diferentes viandas.
Y cuando la mayor parte de los concurrentes se hallan en estado de embriaguez, el patrón invita a los que pretenden encargarse del hochilib para el año venturo a agruparse alrededor de la mesa.
Tunkules y zacatanes
Reunidos todos los salientes y los que deben encargarse de nuevo, éste, después de darles las mas cumplidas gracias a los primeros, se dirige a los otros, a quienes después de una larga y elocuentísima ceremonia los congratula exitando al mismo tiempo su patriotismo religioso, para que el año venidero en honor del santo procuren hacer aquella fiesta más espléndida y variada.
Posicionado de su cargo el hermano mayor, mientras unos bailan al compás de la orquesta, otros cantan, ríen o gritan y en medio del laberinto que forman los tunkules y zacatanes comienza la repartición de los diferentes objetos que componen el hochilib. Y así vemos que uno toma un pan, otro un muñeco con una peseta en la mano o cualquier otra cosa y así sucesivamente, hasta quedar el esqueleto completamente desnudo.
Obligaciones para el siguiente año
Cada individuo que hubiese tomado algún objeto o dinero, queda obligado a resarcir el año venturo en clase de interés, el duplo de lo que hubiese tomado, so pena de ser castigado por el santo.
Concluido el reparto, toman las viandas y bebidas y después de hartarse con ellas como corresponde, empiezan a aventarse los restos, unos a otros, formando un completo desorden hasta que a consecuencia del líquido con que se han empapado sus labios, concluyen por rendirse, no sin dejar de haber algunos derribados por el suelo.
¡Ah! cuanto lamentamos este estado de atraso en que todavía se hallan sumergidos los descendientes de los Cupules, Cocomes y Tutul-Xiu.
Si cada vez que contemplamos una de estas prácticas extravagantes, oímos una voz en en centro de nuestro corazón, que llena de sentimiento, nos reclama muy alto la civilización e ilustración para aquella pobre raza desventurada. La costumbre o práctica del Hochilib.
Cuanta más aversión y sentimiento no experimenta el corazón, a la presencia de estas mismas prácticas entre los de la clase blanca.
Explotación y abusos
Tanto mas, cuanto que estos, olvidando la idea, por la que, se supone fue establecida por aquellos; solo les sirve para explotar descaradamente a los cándidos; abusando de la buena fe de los adeptos a estas demostraciones para procurarse su bienestar: semejantes a los gobernadores encomenderos y franciscanos, de los tiempos de la dominación española; quienes gritaban convenientemente vivir de las grandes ferias y especulaciones entre los infelices indios.
Pues actualmente (1879) hemos visto hochilibes con cuyo producto efectivo puede sustentarse con alguna comodidad, una familia por el espacio de un año.
Horror nos da verdaderamente tener que mencionar estos abusos y costumbres que nos hacen evocar precisamente por su semejanza los recuerdos de siniestros tiempos coloniales.
Abusos punibles y costumbres añejas, que no debían tener razón de ser en este hermoso siglo de los inventos (Siglo XIX).- (Colaboración.)- M.A.L. Agosto 1879