Vacuna viruela Yucatán 1804

Apenas anoche tuve la oportunidad de ver una de las interesantes conferencias del historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui. Este peculiar escritor, tiene una narrativa muy diferente acerca de la historia escrita de nuestro querido país, México. La introducción de la vacuna viruela Yucatán 1804.

La historia «oficial», escrita a principios del Siglo XX, se victimiza al indígena americano. Entiéndase cualquier grupo o etnia nativa de América, llamados «pueblos originarios». Si tiene oportunidad, busque en YouTube la conferencia titulada «LA CONQUISTA DE 1521 Y LO QUE VINO DESPUÉS – Con Juan Miguel Zunzunegui«.

   

Controvertido historiador

Recordemos la actual narrativa del gobierno, donde se le exige a S.M. Rey de España, pida perdón a los «pueblos originarios» por los «abusos y atropellos» cometidos por los conquistadores hace ya más de 500 años.

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El autor hace énfasis, lo que le ha permitido hacerse de innumerables «haters», en que realmente los españoles durante la Conquista, en especial Hernán Cortés, apoyaron en todo momento a los «pueblos originarios». Que de hecho los «Pueblos Originarios» ya prácticamente no existen. La gran mayoría de los habitantes de México somos mestizos.

   

Zunzunegui afirma que, los españoles conquistadores eran muy pocos en cantidad, comparados con los naturales. Los conquistadores supieron negociar con ellos, a tal grado que en todas las civilizaciones la mayoría terminaron aliándose. Indígenas poniéndose del lado de los conquistadores españoles.

Uno de los tantos ejemplos que mencionó, de cómo los españoles, en la época del Virreinato, a principios del Siglo XIX, el gobierno se encargó de distribuir en todo su territorio en la Nueva España en América y en Las Filipinas, de la vacuna contra la viruela.

Al escuchar lo anterior, recordé que justo unos días antes, había leído un artículo publicado en el D.Y. en enero de 1928, donde precisamente habla de ese hecho en la Península de Yucatán en 1804..

   

A continuación transcribo la nota original de la autoría de D. Rodolfo Menéndez de la Peña bajo el seudónimo de «Efrem Leonzo Dondé«, publicada en enero de 1928. D. Rodolfo falleció meses después ese mismo año.

Mérida, Yucatán a 22 de diciembre de 2025
CP Humberto Sánchez Baquedano

Introducción de la vacuna 1804, por Efrem Leonzo Dondé

Entre los bienhechores de la humanidad, cuéntase al médico inglés Eduardo Jenner, descubridor y propagador de la vacuna (de la Viruela) a fines del siglo XVIII, después de veinte y tres años de observaciones y práctica privadas.

Edward Jenner aplicando las primeras vacunas de la viruela 1796.

Inmediatamente que el humanitario descubrimiento se generalizo en Europa, el gobierno de Madrid organizó la «Expedición española» para propagar la vacuna en América y en las islas Filipinas, bajo la dirección del sabio don Francisco Javier de Balmis y Berenguer. El excelso poeta don Manuel José Quintana consagró el año de 1806 una de sus más inspiradas odas a tan grandioso suceso y en ella tiene para Balmis los más entusiastas aplausos y glorificaciones.

Vacuna viruela Yucatán 1804
Médico español Francisco Javier de Balmis y Berenguer

Llegada a Yucatán

El beneficio del fluido de la vacuna, hizo su entrada o establecimiento en la Provincia de Yucatán el año de 1804. Sus grandes resultados no se obtuvieron completamente como en 1820, lapso equivalente a una edad de matrimonio. (Apuntaciones para la Estadística.)

   

Ruta de la Expedición

La Expedición para propagar la vacuna en América, salió de La Coruña (Galicia, España) en la corbeta «María Pita» el 20 de noviembre de 1803. Vacuna viruela Yucatán 1804. Componíanla, asienta un historiador yucateco, once inteligentes médicos, y con sus madres o nodrizas, veinte y cinco niños, al efecto de ir de brazo, durante el viaje, inoculando el virus.

Vacuna viruela Yucatán 1804

Y para conservarlo sin alteración en el trayecto, recogiéndose otros niños, todos los cuales iban al cuidado de la Directora de la Casa de Expósitos de La Coruña, la que en caridad infatigable, recorrió las posesiones españolas. Aunque la Comisión venia provista de tubos de pus, creyó conveniente transportar también estos niños, en quienes, por inoculaciones cuidadosas, conservábase la vacuna en todo el viaje que duró hasta el 15 de agosto de 1806.

La corbeta «María Pita» saliendo de La Coruña en 1803.

Balmis en Yucatán

El Presidente de la Propaganda, el filántropo Balmis, con una de las dos fracciones en que, para el mejor servicio, se dividió la Comisión en Venezuela, llegó a Mérida Yucatán en 1804. Desde aquí dirigió sus trabajos para toda Nueva España (donde él había residido) hasta que se embarcó con dirección a Veracruz y recorrió personalmente las provincias mexicanas, hasta que en cumplimiento de su grandiosa labor salió de Acapulco para Filipinas.

   

El gran bienhechor, el que según la frase de Quintana, «en medio de una América infestada supo plantar el árbol de la vida», a su llegada a la capital yucateca, organizó una junta principal de Vacuna», de la que formaron parte prominentes personas de la sociedad yucateca. Estableciéronse sucursales en Campeche y Valladolid y se procedió sin demora a la vacunización.

«Enseñóse ésta, refiere el historiador citado, señor Juan Francisco Molina Solís, a los médicos y curanderos, rodeándola de fiestas e instrucciones orales. Vacuna viruela Yucatán 1804. Y aún en los sermones, exhortóse al pueblo a someterse a ella».

   

Campeche

En Campeche se distinguió el médico don Cipriano Blanco por sus asiduos trabajos en pro de la vacunación, que administraba personalmente. El número de vacunados en 1813 se elevaba a 28,773.

Las autoridades coloniales no olvidaban el ejemplo y las recomendaciones del ilustre Balmis. De ello es testimonio la Circular que el 5 de octubre de 1814 dirigió el Capitán General don Manuel Artazo Barral a todas las Subdelegaciones. Este documento se halla en un antiguo «Cuaderno de Circulares«.

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«Desde que la experiencia acreditó que la inoculación de la vacuna es un preservativo contra las viruelas naturales, se ha mirado este precioso descubrimiento como un beneficio singular que Dios ha proporcionado a los hombres para librarlos de los voraces estragos con que, por tantos siglos, estuvieron sujetos al imperio de aquel germen tan mortífero».

   

El Rey y la Expedición enviada a América

«El amor del Rey a sus vasallos destinó la Expedición que vino a América bajo la dirección de hábiles facultativos para propagar un fluido tan interesante a la salud y conservación de sus pueblos. Mas a pesar de unas providencias tan humanas y del celo con que este Gobierno ha procurado secundarlas, veo con dolor que, a excepción de esta capital y Campeche, es raro el pueblo en que se hubiese atendido la vacuna, dando lugar con esta omisión a que la viruela epidémica, que ya ha empezado a indicarse, se difunda por la Provincia y cause la desolación y la muerte que es consiguiente a la rapidez de su contagio.

Un misionero aplicando una vacuna en Chile.

En este concepto y debiendo como Jefe superior proporcionar los remedios convenientes a la salubridad pública, dispondrá usted que vengar a esta capital dos sujetos de luces y disposición para tomar instrucciones del Dr. Alejo Dancourt. Y cuando las hayan adquirido, vuelvan a su Partido con el pus necesario para extender en todo él, la referida inoculación. También enseñar en cada Partido otros dos o mas sujetos que sepan administrar a vacuna.

   

Recompensa por cada individuo vacunado

Como no hay fondos públicos, se añadía en la Circular, de donde puedan salir los gastos de las personas que usted elija y quieran dedicarse a una comisión tan interesante, se les señalará por vía de remuneración o recompensa, un medio real que ha de darles cada vacunado, excitando usted, a mayor abundamiento, el patriotismo de los Curas y el amor a sus feligreses, a fin de que por su parte, le señalen una moderada asignación mensual con la que puedan sostenerse, no dudando que contribuirán al electivo logro de mis designios.

A fin de año, me remitirá usted un estado de los niños que se hubiesen vacunado, con distinción de Curatos, e igual nota me seguirá dando de tres en tres meses para que yo reconozca el adelanto y cumplimiento de mis providencias».

   

Champotón

En los últimos meses de 1814, la epidemia de la viruela se hizo sentir en el Partido de Champotón. «Es conveniente propagar la vacuna como medio de impedir la infección del pus virulento, decía el Gobernador al Subdelegado del expresado Partido.

Si se hubiera administrado oportunamente, hubiera evitado la propagación y estragos de la epidemia».

Resistencia a la vacunación

Hay padres de familia que resisten la vacunación de sus hijos, ya por indolencia, ya por no satisfacer la cortísima gratificación al facultativo o su representante. Si no se presentaren voluntariamente a la vacunación, serán llevados los niños que se sientan atacados a un «laza-reto». Se pondrá usted fuera de la población y a distancia competente, adoptando lo que se dispuso de la R. O. de 15 de abril de 1789. Vacuna viruela Yucatán 1804. La casa que sirva de «Lazareto» será de guano, elevada y con buena ventilación para evitar que los hálitos virulentos impregnen el aire. De realizarse los Lazaretos, serán de carga pública, sin distinción de españoles y demás clases.

   

El número de vacunados debe responder al de los habitantes de cada Pueblo.

A estos medios ocurría la primera autoridad de la Provincia, pero recomendaba sobre todas las medidas, la administración continua de la vacuna. Para dar fin a estas líneas, réstanos decir que la oda de Quintana, antes citada, es la que comienza con este verso: «Virgen del mundo! América inocente!». «En la misma, hablando de los duros vencedores de América», se lee: «su atroz codicia, su inclemente saña, crimen fueron del tiempo y no de España!»

Mérida, Yucatán a Enero de 1928.
EFREM LEONZO DONDE, seudónimo de D. RODOLFO MENENDEZ DE LA PEÑA.

TREN MAYA Estación Mérida-Teya salida a Izamal:

IZAMAL YUCATÁN subida a la pirámide KINICH KAKMO