La fiesta de Santiago 1860

Un día después de la fiesta…


¿Estamos en Mérida… ? Sí estamos. ¿Qué desapercibido cataclismo ha mudado súbitamente su faz? La fiesta de Santiago 1860 .

Cruzánse hoy solamente carretas y mozos cargados de muebles que vuelven a reconocer sus ordinarias localidades, donde ayer se cruzaban los carruajes del gran tono y otra multitud entre un gentío bullicioso y alegre que crecía de momento en momento por todas direcciones.

La fiesta de Santiago 1860

Todo está hoy sombrío, fúnebre, como inanimado o muerto, con excepción de los rostros de los dueños de cocheras. De los que han hecho pagar bien sus efectos de lujo y de moda revueltos con sus maulas.

   

De los que con involucrarse las prácticas de la religión con lo más opuesto a ella en su naturaleza y tendencias, si no han sacado jugo divino, han sacado bastante jugo metálico. De los que han estimulado oportunamente las gastronómicas afecciones.

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De los que no han pasado de los límites de lo que se llama diversión. Y de los que después de quince noches con sus días de servicios en la apariencia de una reunión, al público de su teatro, y en realidad a su bolsillo, se encuentran hoy los terceros en discordia que se ha llevado la presa que creía disputarse entre sí un sinnúmero de insensatos.

Para gran parte de las casas de la ciudad, no ha terminado aún la noche y ya pasa del mediodía: las escuelas y más aún los talleres solitarios, la imagen son de lo que acaba de ser devastado por la peste o por la huella salvaje.

Los excesos de la fiesta

Por ahí va uno, dos, más de tres buscando dinero al dos o más por ciento para cubrir improvisados compromisos.

El jefe de familia, en aquella casa, se ha levantado hoy de mal humor, como nunca, y se pelea con su mujer porque le aconseja y le acaricia. Con su suegra porque le gruñe. Con su hermana porque llora. Con los criados porque callan y hasta con los muebles porque los encuentra a su paso.

La fiesta de Santiago 1860

En esa otra casa pegan ventosas, porque no bastan los cataplasmas, a un prójimo irritado en fuerza por no dormir. En la casa de más allá se consuma un divorcio de dos esposos que hace quince días se amaban entrañablemente.

   

En la casa inmediata llora, patalea y grita una anciana cuyo hijo ha sido echado de la tienda en que servía y no lo quieren recibir en las demás. En la otra blasfeman, nadie se entiende y se vuelve un “Campo de Agramante”.

Adiós los intentos por fomentar la hacienda

Escribe no muy lejos de ahí el dueño de otra a su mayordomo que le mande veinte toros aunque sean los acabados de comprar para fomentar la hacienda, y la mujer tuerce la boca, regaña a su marido, y por último, se echa a llorar y se desmaya.

Dos niñas de las dos casas contiguas no comprenden por qué, pero ven rotas sus respectivas relaciones amorosas cuando menos lo pensaban y desvanecidas, por tanto, sus doradas ilusiones y risueñas esperanzas, y suspiran y levantan sus ojos al cielo y se quejan “sotto roce” y… se desesperan.

   

Por el camino de Izamal, por el de la Sierra y por todos los demás, salen calesas y caballos llevando a sus domicilios a aquellos dueños de sus labranzas cuando vinieron, van ahora a esperar los frutos para entregarlos a los que de la noche a la mañana se subrogaron en señores de ellos.

Donde se iba a celebrar un matrimonio, se prepara, se festina un viaje. Donde reinaba la mayor alegría, la mayor bonanza, sólo hay ahora lágrimas, gemidos o gritos y pendencias.

Jóvenes lozanos han quedado desechos. Hombres cuerdos se han vuelto locos. Las hermosas facciones de algunas niñas ayer hoy son nocivas y súbitas impresiones están descompuestas, amenazando ruina.

¿Qué ha sucedido? ¿Qué es esto? Un día después de la fiesta de Santiago 1860.

Arach Noabb.
Nota de Yucatán Ancestral: En el documento original, junto a lo anterior, a lápiz, alguien escribió: “Barbachano”.

La Guirnalda.
Julio de 1860
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Fotografías antiguas de Estaciones de Ferrocarril Acanceh-Sotuta: