La imagen original de esta advocación mariana fue una escultura de bulto(16) que en 1624 se describió de la siguiente manera: Imagen de la virgen Soterraña de Nieva (5-11)
Descripción de la imagen
Es de madera, y no se puede conocer de que madera sea por el barniz que tiene; es de escultura, labrado todo el cuerpo con poca curiosidad; más el rostro es hermoso, algo moreno, puede ser de mucha antigüedad; la nariz aguileña bien sacada; y muy bien proporcionada; las manecitas también en buena proporción, ni muy llenas, ni muy flacas; el rostro no es redondo, sino más largo que ancho; está sentada; los pies estriban como en un estradito; y representa el asiento más escaño que de silla; las manos salían poco del cuerpo afuera, sin verse brazos; que los que ahora tiene son postizos…
Desde la cabeza a los pies tiene media vara y un dozavo (45 cms. aprox.); sale del lado izquierdo un niño, no sentado ni torcido, sino es derecho, más ladeado un poco, como que se inclina o reclina el brazo; con la túnica desde el cuello hasta abajo, tiene todo él una cuarta escasa, el color de la túnica es colorado; parece también postizo como el azul de la tunicela que de cuello a pies tiene la madre, con un poco de colorado a un lado; en bajo un manteo o saya debajo de otra saya…(17)
Característica común
La descripción nos invita a pensar en las esculturas de la virgen de la Soterraña de Olmedo, en la Soterraña de Ávila y en la virgen de Aránzazu; quienes junto con la Soterraña de Nieva, comparten la característica de haber sido escondidas por los devotos en el siglo VIII cuando sucedió la conquista de la Península Ibérica, con el fin de que los árabes no las profanaran; para luego ser reencontradas casualmente siglos después, tildándose esos hallazgos de milagrosos. En los cuatro casos se trata de vírgenes entronizadas y con el niño en brazos, compartiendo según Schenone, la tipología Majestas del siglo XIII (18), esto es, una Theotokos (Madre de Dios) en majestad, como una reina. Sin embargo, al parecer, fue la Soterraña de Nieva la única que estuvo bajo custodia de una orden religiosa de gran poder: los dominicos.
De hecho, la Soterraña de Olmedo y la de Ávila, por ejemplo, no pasaron de ser fuertes devociones locales y regionales, con unas prestigiadas cofradías que hasta el día de hoy tienen gran representación social en sus comunidades (19); pero sus nombres no brincaron de manera sobresaliente el Atlántico, ya que hasta ahora no he localizado ninguna devoción a ellas en América, lo que sí hizo la Soterraña de Nieva.
La Soterraña de Nieva en la Nueva España
Las imágenes marianas llegaron a América como parte de una estructura de pensamiento muy consolidada en Europa. María fue en muchos casos el bastión de la conquista ya que muchos hombres viajaron encomendados y abanderados con su advocación preferida, promoviendo la idea de que la madre de Dios era la encargada de abrir la brecha para la llegada de su hijo al Nuevo Mundo (20). El caso de la Soterraña de Nieva tuvo sus inicios en América como parte de un proyecto evangelizador dominico a las Filipinas, siendo esta advocación el sostén espiritual, de protección y de esperanza que llevaron los padres predicadores en la primera mitas del siglo XVIII, al menos una misión, a los peligrosos y aún muy desconocidos territorios filipinos.
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El fraile dominico Joseph Cabezas
La primera noticia que he conseguido de la presencia de culto en Nueva España, nos la proporciona el fraile dominico Joseph Cabezas, autor de la Historia prodigiosa de la admirable aparición… de Nuestra Señora de la Soterraña de Nieva (1748), quien unos años antes de escribir su obra, trajo desde España para llevar a Manila «una estatua de esta señora, cuya mano derecha está tocada de su original, y bajo cuyo patronato emprendimos… una navegación y un viaje [a las islas Filipinas] tan lleno de riesgos»(21).
Esto no quiere decir que desde antes no existiera algún tipo de devoción personal por la Soterraña de Nieva; sin embargo, las acciones por promover de manera formal a esta virgen pueden hasta hoy atribuirse a este fraile dominico. Según sus narraciones, gracias a la imagen de bulto que Joseph Cabezas menciona, el grupo de predicadores que cruzaba el océano hacia Manila se salvó de una fuerte tormenta, la cual cesó inmediatamente ante los ruegos de los religiosos.
¿Dónde quedó la imagen?
Hasta hoy no se sabe del paradero de dicha virgen, pero es posible que se haya quedado en Manila, pues como el mismo Joseph Cabezas dijo: «yo traigo desde España y llevo hasta Manila [la imagen de la Soterraña] con el deseo de que se extienda en las islas Filipinas su culto (22)». Al parecer, cuando regresó a México, Joseph Cabezas se dio a la tarea de escribir sus historia que circuló como parte de un proyecto de promoción devocional, el cual es un tributo y agradecimiento a esa advocación que supuestamente le salvó la vida en los bravos mares del Pacífico.
Autor: Víctor Hugo Medina Suárez, Universidad Autónoma de Yucatán. Agradezco al Dr. Medina Suárez por haberme proporcionado el documento que a continuación se reproduce. Por lo tanto, YucatanAncestral.com cuenta con la autorización expresa del autor para la divulgación de este artículo, producto de sus investigaciones. La Virgen de la Soterraña en Yucatán. Un Circuito devocional eclesiástico. Este estudio fue originalmente publicado en el libro «Cultura y Arte de Gobernar en espacios y tiempos mexicanos» de El Colegio de Michoacán en el año 2015.
16.- La escultura original se perdió en un incendio que hubo en 1900.
17.- Cabezas, Historia prodigiosa… p.67.
18.- Schenone, Iconografía del arte colonial. Santa María… p.303.
19.- Véase Luis Curiel Poblador, Santa María de la Soterraña. Patrona coronada de Olmedo y de los siete pueblos de su tierra, Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid, 1999.
20.- Véase, por ejemplo, el caso de la virgen de los Remedios en Francisco Miranda Godínez, Dos cultos fundantes: Los Remedios y Guadalupe, 1521-1649, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2001, p.40.
21.- Cabezas, Historia prodigiosa… p.43.
22.- En el convento dominico de Intramuros en Manila, existió (no sabemos si hasta hoy) un retablo colateral dedicado a la virgen de la Soterraña de Nieva, lo que puede indicar que la devoción tuvo arraigo en aquellas islas filipinas. Véase Pedro Luengo Gutiérrez, «Notas sobre la arquitectura y retablos en las iglesias de los arrabales de Manila en 1782», en Congreso Internacional del FEIAP, Zaragoza, FEIAP, 2010, p.272.
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