Las Encomiendas en Yucatán (I)

Las Encomiendas en Yucatán (I)

Las encomiendas y su origen – Reparto de encomiendas – Los encomenderos y los encomendados: respectivos derechos y obligaciones – Ordenanzas y cédulas relativas a las encomiendas – Cuándo cesaron éstas – Las haciendas

En Yucatán existieron las encomiendas, y como varias veces hallará el lector que, a más de otros personajes, algún antecesor o antecesores suyos las tuvieron, es del caso recordar algo de su origen y de los derechos y obligaciones que eran recíprocos entre encomenderos y encomendados, especialmente en la Península de Yucatán.

Las encomiendas en Yucatán

Fue costumbre desde el tiempo en que España luchó contra los moros, por espacio de setecientos años, que los esforzados guerreros, al redimir un pueblo, lugar o fortaleza, se lo reservaban en calidad de encomienda, como un premio a sus hazañas e impusieran tributos en ella para proveer a su mantenimiento; teniendo en cambio la obligación de ampararlos contra las agresiones agarenas: condición que en el mismo país dió origen a las llamadas behetrías.

   

Nada extraño pues, debe parecernos que, cuando los españoles vinieron a las conquistas de América, trayendo esa costumbre, de un modo especial la implantaran en nuestro suelo donde ninguna mina de piedras preciosas ni de metal hallaron: circunstancia por la cual pensaron en sacar provecho posible de la tierra, cultivándola mediante los repartimientos de indios, máxime al observar que los caciques y nobles no practicaban personalmente esa labor en la cual empleaban a los esclavos y a los súbitos que también pagaban tributos.

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Derechos y obligaciones de los encomenderos y los encomendados

Permitido era a los encomenderos ocupar a los indios en industrias, labranzas y construcciones de casas, retribuyéndoles diariamente con una libra de pan, chile y sal o libra y media de macal o camote.

Tenían el deber matinal de instruirlos en la doctrina cristiana, tarea que eludieron posteriormente, pagando para su desempeño dos reales anuales a los clérigos o frailes. Obligados estaban además a construir un templo y una escuela en el pueblo de su encomienda; proporcionar ornamentos a la iglesia, pagar diezmos y alcabalas y contribuir para la fabricación de la catedral. Añadíanse a éstas obligaciones, las de poseer un caballo y un juego completo de armas; de estar listos para entrar en combate y de no ausentarse sin dejar sustituto para cumplir dichas obligaciones.

   


Por parte del indio eran deberes: trabajar desde los primeros rayos del Sol hasta extinguirse sus postreros resplandores, permitiéndoles que en el intermedio de las faenas una hora de descanso; pagar cada jefe de familia a su encomendero, el anual tributo de cera, miel, frijoles, chile, tres piernas de manta y utensilios de barro: tributos que la Audiencia de México redujo a media hanega de maíz, dos piernas de manta y una gallina cada año.

Continua aquí: Las Encomiendas en Yucatán II

De: A Través de las Centurias, Tomo I, Lic. José Ma. Valdés Acosta.

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