Iglesia San Cristóbal 1860

Un amigo me acompañaba. La Iglesia San Cristóbal 1860. Los primeros destellos del sol comenzaban a dorar el penacho de los árboles voluptuosamente estremecidos por el aura matutina.

Inauguración Ciudadela de San Benito

La Ciudadela de San Benito había queda a nuestras espaldas y marchábamos a lo largo de una calle un tanto estrecha a la que daban cierta gracia especial las paredes de sus edificios cuyas cenizas se alzaban con la mayor regularidad a alturas simétricas.

   

Todo presentaba allí un carácter absolutamente distinto al resto de la ciudad. El aire era más libre, la temperatura más suave, el conjunto más agradable y hasta las graciosas hijas de Eva que no evitaban nuestras quizá indiscretas miradas parecíanme tener una expresión de ternura más sencilla, más inocente que las de las otras mujeres.

Iglesia San Cristóbal 1860

La calle seguía hasta perderse en el horizonte, sin embargo de estar cortada por una plazuela en cuyo fondo se destaca con sus murmuradores cipreses y sus empinadas torres la iglesia de San Cristóbal.

Las torres de San Cristóbal

¡San Cristóbal! Vedla allí alzando sus alegres torres por entre los elevados cipreses que la rodean, como si la belleza del arte y de la naturaleza hubiesen convenido en reunirse para venir a formar la imponente majestad de un templo católico!.

   

Su fachada tiene un tipo especial, característico: en ella no domina orden alguno de arquitectura. Todos se hallan mezclados hasta el exagerado capricho y sin embarco, su belleza artística habla a los sentidos, conmueve el corazón, sorprende la inteligencia. Y es que San Cristóbal es un templo yucateco.

Vea también: Inauguración de la Ciudadela de San Benito

Los recuerdos del pasado se enlazan en él a las sensaciones del presente (Año 1860). Las huellas de la raza dominadora se ven impresas al lado de la historia americana. La puerta mayor es un gracioso pórtico orlado por caprichosos arabescos de cuyo fondo se destaca coronando el conjunto un vistoso penacho de plumas.

¡Hermosa fusión arquitectónica de tipos distintos, destinada a recordar la amalgama de tres razas antes disímbolas, pero que hoy (1860) han venido a identificarse en la joven familia hispano-americana!.

   

Las campanas

Aquel día era domingo. Las sonoras vibraciones de la campana mayor convocaban a los fieles al santo sacrificio. El bronce enmudeció: la iglesia estaba henchida de gente.

Apareció el sacerdote, postráronse los fieles entre los perfumes del incienso y los suavísimos suspiros del órgano, subían sus oraciones a confundirse con los místicos himnos de los ángeles del cielo. La Iglesia San Cristóbal 1860. Y mi espíritu sumergido en éxtasis santo, se elevaba hasta Dios por entre aquellas ondas de fragancias y armonías que inundaban el sagrado recinto.

Momentos después todo había concluido y un solemne silencio reinaba en nuestro rededor.

Iglesia San Cristóbal 1860

Resolvimos examinar el resto del templo. Su arquitectura interior es de buen gusto. Dos capillas laterales de las que la de la derecha está consagrada a la virgen del Tepeyac y posee un hermosísimo altar. A la izquierda, consagrada a la Madre de las Angustias. Ambas forman un crucero cuyo punto de contacto está coronado por una sencilla, pero elegante cúpula, teniendo escrita en su base, la historia de la construcción del templo, digamos, algo de ella.

   

Inscripción en el dombo

La parroquia de San Cristóbal es una de las más antiguas de Mérida y desde su fundación estuvo anexa al convento de la respetable e inmortal orden de San Francisco. Sus inmensos productos quizá no correspondían con lo pobre de la fábrica, cuando su cura el Sr. Dr. D. Diego Antonio de Lorra, tomó la plausible determinación de reconstruirla a sus expensas. La inscripción del dombo que he copiado en la forma en que está escrita entenderá al lector de lo demás, dice así:

«EL DYA 28 DE DYCYEMBRE DE 1796 SE CONCLVYO LA FABRYCA DE ESTA YGLECYA CVYOS PRYMEROS FVNDAMENTOS HAVIA LEBANTADO SVYA DEFVNTO CVRA DOTOR DON DYEGO ANTONYO DE LORRA EL DYA 4 DE NOVYEMBRE DEL AÑO DE 1756 DON SANTYAGO SERVYAN MAESTRO DE ADQVYTECTVRA COLOCO LA VLTIMA PYEDRA DE CLAVE A SATYSFACYON DEL PVEBLO.»

Como se ve en ella, la obra no llegó a su término hasta el año de 1796, y según los informes que he tomado de muy buena fuente, se verificó con los espolios del Illmo. Sr. Fray Luis de Piña y Mazo, siendo párroco de San Cristóbal el Dr. D. Diego de Cepeda. Sigamos adelante.

Iglesia San Cristóbal 1860

Detalle del retablo

El retablo del altar mayor es tallado en piedra, de arquitectura dórica, tan sobrecargado de adornos de malísimo gusto, que forman un feo lunar si se considera la hermosura y gallardía que pudiera tener.

   

Cuando poníamos los pies fuera del templo, el susurro de los cipreses que custodiaban su entrada, nos anunció que salíamos de la eternidad y que volvíamos a penetrar en el mundo, cuyo profano rumor venía a expirar a sus mismas puertas.

Vista desde las torres

Antes de retirarnos, determinamos subir a una de las torres de la iglesia. Cuando estuvimos en ella: ¡Qué cuadro tan sorprendente se desplegó a nuestra vista!. Mérida estaba tendida a nuestros pies, enfrente de nosotros se destacaba la ciudadela con sus magníficas ruinas. La Iglesia San Cristóbal 1860. A la derecha, la Catedral, alzaba con soberbia majestad, sus macizas torres, por la parte del Nor-Oeste, los graciosos torreones de Santa Ana, que parecían hundirse en el horizonte, terminaban el cuadro. Y todo visto bajo la mágica influencia del espléndido sol de la mañana. La paleta cae de mi insegura mano. Contemplo y admiro. Véngala a recoger quien más feliz que yo, se halle con fuerzas suficientes para copiar tan hermoso panorama.

Vista de las ruinas del Convento y la Ciudadela. Litografía de Repertorio Pintoresco.
   

Diré al lector que mi compañero era nada menos que el distinguido litógrafo de «La Guirnalda«. Nota Yucatán Ancestral 2023: La litografía anexa tiene como firma «Espinosa Lit«.. Antes de separarnos quedamos comprometidos a dar a nuestros suscriptores, él, la hermosa vista de San Cristóbal, y yo (el autor, D. Manuel Sánchez Mármol), esta descolorida relación. Si ni su diestro lápiz ni mi mala prosa te han dejado satisfecho, benévolo amigo, aconséjote vayas a contemplar por tus propios ojos tan hermoso lugar y te aseguro tendrás algunos instantes de contento. Si así fuese, no te olvides de darme las gracias.

D. Manuel Sánchez Mármol

Mayo 30 de 1860.

D. Manuel Sánchez Mármol. La Guirnalda.

Paseo en lancha en el Lago Petén Itzá, Flores, Guatemala: